Palacio Pitti / Copyright: icoloridifirenze |
Llegados a este punto quien me lea se habrá dado cuenta de que me gusta describir Florencia unida a las emociones que me provoca. No me quiero limitar a explicar lo bonita que una puesta de sol desde el Ponte Vecchio es, o el aspecto que un teatro de ópera tiene, o los pintorescos adornos que una céntrica plaza muestra. Lo que sobre todo me interesa son las sensaciones que todo ello me ha brindado.
Porque lo he vivido, he estado allí. No me he limitado a mirar, ¡he sentido!
Me ha dejado sin aliento la belleza del Duomo Santa Maria del Fiore.
He recordado bonitos viajes de mi infancia caminando por la Galleria degli Uffizi.
Me ha enamorado la vista del Ponte Vecchio.
Me ha sobrecogido la majestuosidad del Palazzo Pitti.
Me he enredado en las callejuelas de Oltrarno.
Se ha colado en mis esbozos la fachada de Santa Croce.
He acariciado con mis manos los palcos del Teatro Verdi.
He olido la salsa de pesto al pasar por las trattorias.
Así, he llegado a hacer de Florencia una parte de mí.